El acto de comunicar va más allá de la palabra. Viene acompañado por el intercambio de sentimientos, opiniones, experiencias e ideas que hacemos de unos a otros, compartiendo ambas partes- emisor y receptor- un código en común.
Cuando este intercambio está formado por gestos, posturas, miradas que utilizamos de forma más o menos consciente para expresarnos, nos referimos a la comunicación no verbal, considerándose de gran importancia, pues nos transmite mucha más información del otro que la comunicación de tipo verbal.
¿Qué pensamos ante una persona que esquiva nuestra mirada o muestra mucha distancia física en el contacto? ¿o ante otra que se mantiene sentada, de brazos cruzados y callada en una reunión grupal? ¿y si la persona habla de forma muy rápida, acompañada de un movimiento agitado de manos y brazos durante su discurso? Seguramente nos genera una imagen acerca de cómo es o de cómo se siente esa persona. Lo mismo ocurre con nuestra forma de vestir. Con ésto no hablo de que configuremos una imagen de cómo es una persona en forma de prejuicio. Es más. Animo a huir de ese rol de creernos “jueces” sobre alguien, sólo por su apariencia externa o su estilo, pues nos podemos perder la gran experiencia de incluir gente maravillosa en nuestra vida, sólo por creer que es distinta a nosotros.
Pero, nos guste o no, sí es cierto que nuestra imagen habla de nosotros. Es nuestra tarjeta de presentación, lo primero que ve una persona que tenemos delante es nuestro rostro y, automáticamente después, nuestro cuerpo. Nuestra apariencia ante los demás es el resultado de todas las modalidades expresivas, de la estructura anatómica del cuerpo y de la ropa que llevamos puesta. Los investigadores consideran que el aspecto físico es una de las partes más importantes dentro del ámbito de la comunicación no verbal.
Algunas reflexiones sobre “el vestir”:
-El estilo de las prendas que usas puede afectar cómo perciben los demás tus puntos de vista. La vestimenta que no cumple con las normas supuestamente convencionales tiende a hacer que los demás la asocien con puntos de vista “radicales” o más alejados de lo “establecido”. En este sentido, la vestimenta convencional es la forma de vestirse más adecuada para los comerciales y demás profesiones que utilizan la persuasión en su trabajo, pues suelen transmitir más credibilidad o confianza en su discurso.
-La calidad de la ropa logra que quien la usa tenga mucho potencial persuasivo. pues provoca una visualización de una afluencia monetaria acerca del otro, lo cual a su vez se asocia con un alto nivel de cualificación profesional (nos guste o no, suele ocurrir).
-El vestir puede suponer una forma de comunicarnos con nuestro interior. Algunos estudios han demostrado que determinados accesorios, formas o texturas nos pueden hacer modificar nuestra forma de percibirnos, nuestro estado de ánimo y con ello nuestra forma de expresarnos. Sobre ésto, intenta identificar cuál es la prenda más frecuente que eliges de tu armario los días en los que te sientes desanimada. Seguramente te vienen a la cabeza una o dos prendas que se repiten frecuentemente. Quizá lo haces de forma poco consciente, pero lo haces. Existe una conexión de tu mente con la elección de esas prendas, a través de la emoción del desánimo y la tristeza, transmitiendo éste sentimiento de apatía hacia tu mundo exterior.
-Los colores tienen un papel fundamental en la indumentaria, a la hora de transmitir mediante la comunicación no verbal. Varios estudios han indagado que los efectos de cada tonalidad influyen en el estado de ánimo de las personas, el impacto que tiene en los demás e incluso en la personalidad del individuo.
Sobre el tema de los colores y el efecto que pueden producir hablaré de forma más amplia en otro post, si bien, propongo un ejemplo sobre la interpretación que pueden originar algunas prendas:
Prendas con encajes, volantes, crochet. Piezas sueltas que cuidan la textura y el detalle. Proyectan hacia el receptor una imagen personal próxima, cálida y de carácter dulce e inocente. Paleta de colores suaves y pastel: rosas ynude. Para muchos, la estética romántica roza lo infantil o cursi. Para mí, supone una vuelta al pasado, al gusto y a la sensibilidad en el vestir. Eso sí, hay que saber cómo utilizarlo sin entrar en la sobrecarga, pues puede cruzarse una línea muy fina y situarse en el mal gusto o, lo que es lo mismo, ser una “tarta nupcial andante”.
¡Recordad! Dentro de este tipo de estética: “menos, es más”.
Y tú. ¿Qué dices cuando no hablas?
“La ropa que nos ponemos es capaz de alterar la manera en la que interaccionamos con el resto del mundo porque determina el modo en el que nos ven los demás de la misma manera que condiciona lo que pensamos de nosotros mismos” (Galinsky).
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